El origen de la casa colonial venezolana se encuentra básicamente en el sur de Andalucía, región que poseía condiciones climatológicas semejantes a las del valle de caracas y de las cuales provenían considerables contingentes de inmigrantes. Las características de las casas urbanas se repiten en cuanto a distribución y estética. En la fachada se concretó la exteorización del gusto y de las posibilidades económicas.
En general en Caracas y en las poblaciones del interior la casa de la época es de una sola planta, sin embargo en las ciudades comerciales de la costa, como La Guaira o Puerto Cabello, se encuentran edificaciones de dos plantas: con tiendas y almacenes en la planta baja y piso superior para uso habitacional.
En Caracas, el temor a los terremotos hizo que prevaleciera la casa de una sola planta, con habitaciones dispuestas en torno a un patio enclaustrado en dos o tres de sus lados, escasamente en los cuatro pasillos; algunas casas tenían más de un patio interior. Alrededor del patio interno se desenvolvió la vida diaria y la intimidad familiar. Las pocas viviendas de dos plantas eran construidas por las familias más pudientes y de más elevada posición social. El segundo piso de las viviendas era edificado retirado del frente, del filo de la fachada de la casa por el temor a que pudiera desplomarse dado un movimiento telúrico.
El soporte más usado en los patios enclaustrados caraqueños fue la columna cilíndrica con plinto circular asentado directamente sobre el suelo, asi como las columnas de fuste bulboso. En cuanto a la parte exterior, las casas caraqueñas son semejantes a las de los pueblos y ciudades de la baja Andalucía. Las grandes ventanas sobre repisas voladas que a veces llegan hasta el suelo, el alero corrido y la portada de líneas barrocas, les dan una fisonomía muy semejante a las casas de los pueblos de esa región.
usaban objetos lujosos en la sala y elementos decorativos atractivos y de gran valor monetario, mientras que en el fondo, es decir, en las partes menos visibles de las referidas casas, se observaba ropa guindada en clavos, y como alimento cotidiano, las consabidas tacitas de guarapo con bizcochos de manteca.
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